sábado, 19 de marzo de 2022

Indomable curiosidad. (Y dos).

Ayer dije que hoy hablaría de ti. Luego de un periodo de meditación controlado te has decidido. Me hubiera gustado coincidir contigo en este convento. Hablaríamos. Te iría bien para ocupar la decisión que has tomado. Y sobre todo para saber cómo llevarla a cabo. Parece que al fin decidiste recuperar el tiempo perdido y tienes previsibles asuntos personales que atender; asuntos que fuiste dejando deliberadamente atrás. Creías que estabas bien parapetada y me cuentan que te han vencido: la belleza que ninguna imagen puede igualar vencida. ¿Qué ocurrió? ¿Conseguirás reponerte? ¿Y si lo consigues qué? Y yo la persona culpable, la misma y con el mismo descrédito, he aparecido de nuevo vigilándote, entrometiéndome en tus días por encima de cualquier acción cuando pretendas ser lo que nunca fuiste. Inocente te dejaste engañar. No seré cómplice de tus éxitos si tú y tú y tú lo decidís. (A partir de ahora lo que digas podrá ser utilizado en tu contra). Por fin (¡qué bueno!), lograste que, loco de amor, descalabre la cabeza por ti. (¿Cómo se deja uno engañar una y otra vez sin llegar a fin de mes? Gracias.

2 comentarios:

  1. Me gusta.

    Una loca interpretación personal, a veces pienso que te hablas a un espejo, con el fin de darte animo, retomar fuerza y avanzar...

    Como dice el dicho...

    "Hay veces que hay que parar para poder seguir..."

    Abrazo

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  2. Una loca interpretación personal con ánimo de "darnos" ánimo. Y retomar el camino y andar. Sí, Carlos, somos dos que llevamos demasiado tiempo comportándonos como quinceañeros enamorados. Eres muy amable. Gracias.

    Salud.

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