En el lavadero municipal se comenta que las deudas de amor han dejado de estar perseguidas por el deseo; no se pagan y la gente ya se va muriendo. Pero las tumbas en el cementerio se agotaron y los muertos van de frente al osario sin misas de cuerpo presente. A Jesús el Cristo acerca del perdón le preguntó Mateo (18:21-35), "Señor: ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Y Jesús el Cristo le dijo: "No digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete". En aquel entonces la gente ya era torpe de entendederas... Por lo general amamos a quien no nos ama. Por lo general nos enamoramos de desconocidos. Y antes de darnos cuenta adquieren en propiedad un pedazo de nuestro corazón. Contra el amor no hay antídoto: el amor nos doblega. Porque el amor no obliga, no echa cuentas, es desprendido. A veces de soslayo miro a al cielo y creo que aún hay esperanza, y otras veces pienso que es absurdo esperar que alguien cancele una deuda de amor si en realidad nunca amó... (El tiempo por delante es enorme, y esto que vivo ya lo viví y sé cómo acaba). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario