A escasas fechas de entrar la primavera... "Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos". (Pablo Neruda). A una dama de la poesía le propongo un trato: O se olvida de Enrique y se queda conmigo o... (no puedo caer tan bajo). De un tal Enrique Bunbury estoy que me vomito. Por razones de nacimiento, una dama de la poesía que antes fue mujer, luego amiga del alma y musa, se fue con Enrique y me dejó en las escaleras de la iglesia pidiendo una limosna, por favor, para el alma que ya no tengo. Una amiga del alma se ha ido con Enrique, y por si fuera poca desgracia, se llevó mi alma, y además dice, que la olvidó en un acantilado. ¿Qué acantilado? ¿Y sin alma qué? No es bueno escribir al dictado de los sentimientos. En esta realidad de asuntos inaplazables, de tanto tienes tanto vales y si no vales te tiran, uno no puede ser buena gente ni amigo del alma, siquiera amigo... Pues vuelvo a mi otra vida: Sin confrontación no hay avances. Digo confrontación y bajo a las cloacas y digo chantaje. A una dama de la poesía por las buenas le digo que, o se olvida de Enrique y se queda conmigo o me voy con Cantinflas y se queda sin mí para siempre y jamás. Valoré su amistad y la quise a morir; valoré su inspiración y le di su nombre a un atajo en Les Seniaes. Acepté que dejara mis días para ser dama de la poesía, pero lo de irse con ese "cantante" ni valoro, ni acepto, ni perdono. (Lo sé, quiero dar lástima y doy pena, al fin, siempre hay una disculpa que todo lo justifica. En este de soslayo hablo de amor y no de política. Hablo de una amiga del alma que vive ausente de mí). Gracias.
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