lunes, 9 de marzo de 2020

"Sola y borracha quiero llegar a casa".

"Quien pronuncie el veredicto no será un juez divino y misericordioso, ni un sabio tribunal que mire por el bien del Estado y la sociedad, ni un hombre santo y justo, sino un ser miserable destruido por el poder del Estado totalitario. Quien pronuncie el veredicto será un hombre que a su vez ha caído, se ha inclinado, ha tenido miedo y se ha sometido". (Vasili Grossman).

Ayer, Día Internacional de la Mujer, para que nunca más sea insano ser mujer, puse mis mejores galas (ay, estaba divina) y llamé a Patricia para que me acercara al tren y poder ir a Valencia a la manifestación. Pero Patricia no estaba y/o no atendió mi llamada. Entonces fui a la parada del autobús y esperé hasta la desesperación a que pasara y me acercara a la estación del tren para ir a Valencia. ¡Dios mío, llegaré tarde!. A un señor que pasaba por allí le pregunté el horario del autobús y me dijo que no, que los domingos tampoco pasaba: hay carretera, hay carril bici, hay puente pero no hay autobús... Y si no hay autobús no hay tren ni otra manera de ir a Valencia. Fue cuando me vino a la cabeza mi amigo Eugenio: no hay mal que por bien no venga e hice realidad un sueño: "Sola y borracha quiero llegar a casa". A la manifestación en el Día Internacional de la Mujer en Valencia no fui (problemas ajenos a mi voluntad lo impidieron) pero llegué a casa sola y borracha. (Tanto cinismo y abuso conseguirá que sea yo ése ser miserable que pronuncie el veredicto. Y el veredicto será de culpabilidad). Gracias.

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