sábado, 29 de febrero de 2020

El orgullo y sus quimeras.

Siempre lo digo y no me canso, el pueblo es la familia, la familia, estúpidos. La familia, y los hijos primero. Y hoy añado que en tiempos de crisis, y saben que llevamos una vida en crisis, no existe solidaridad, cuanto menos fraternidad. La familia, y los hijos primero. El pueblo. Y los hombres y las mujeres. Y el detestable lavadero municipal que no deja títere con cabeza.

¿De qué sirve oír lo que se quiere oír cuando sangra el alma y no sabemos cómo taponar la herida? Un sábado de fieles los difuntos un sentimiento de culpa clama en los adentros y atarantados y ciegos solo podemos decidir si darnos puñetazos en el corazón o sacrificar el orgullo y volver al amor y la santa poesía. Después del silencio y en la fiesta del ruido y tanto ruido, cotillear palabras graciosas no nos salva de la tragedia. Un brazo pegado a un hombro. Si al orgullo le añadimos debilidad, y sin conocimiento ni otras cualidades, obrar el bien conforme a derecho... La palabra humilde es una virtud moral contraria al orgullo que el humano ser posee y no reconoce.  (Joder, dona, ni en beneficio propio...). El orgullo y sus quimeras. Gracias.

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