Adivinar tu cuerpo, tu cara
de ternura presentida.
La redondez de tu llanto
acompañado de sollozos.
Estrechar cada dedo de tu mano con mi mano.
Imaginar el secreto del momento
y conocerte.
Eso quiero, conocerte.
Apenas tuve tiempo de imaginarte
y ya estás aquí metido en tu cuerpo de bebé.
Difícil sería aceptar que fueras aún más de lo que ya eres,
aquello que pude a tientas descubrir
viajando por mi mente,
zigzagueando con temor tu silueta,
mirándote con sigilo,
acostado en mi memoria de recién nacido;
difícil sería aceptar que fueras aún más sorprendente,
tu boca y tu nariz:
La viva imagen de tu madre.
Llegó el momento de conocernos
(silencio):
velaré por tu existencia hasta quemarme los ojos.
En de soslayo. Sábado, 15 de febrero de un cumpleaños feliz.
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