jueves, 20 de febrero de 2020

Un día forjado de ilusiones.

A una amiga ida le preguntaría si no ha visto amanecer con luz de alma, como cuando era niña. Un día forjado de ilusiones.

-¿Cuándo era niña?
-Uy, no sabía que estabas ahí. Creí que ya no me leías... Sí, claro, amanecer con luz de alma a un día forjado de ilusiones.
-Cuando era niña... De eso hace mucho tiempo y ya es tarde.

Testigo de cuando fuiste niña, ¿y si te digo que puedes ver amanecer con luz de alma a un día forjado de ilusiones? ¿Dirías que tendrías que volver a la vida y estar amparada por la María y la santa poesía? Demasiado milagro. "Entonces, apareció un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan; éste venía como testigo para dar testimonio de la luz, y que por él todos llegarán a la fe. Él no era la luz, él era testigo de la luz de alma". (Juan 1,19-28). Aprovecharse de una cita de los evangelios un jueves al azahar para cantar la verdad pudiera no ser de buen cristiano. Pero si algo deseo de ti, no es que seas buena cristiana, sino que dejas de fluctuar como la bolsa de valores para que yo, como testigo que fui de cuando fuiste niña, llegue a ti como luz de alma. La luz de alma no nace de una estrella fugaz, nace del amor, de la empatía. De un poema, si quieres.

La luz de alma tiene la autoridad de alumbrar el vacío que existe en las personas que dudan y tienen miedo. Las que penan. Las que siempre esperan lo peor. Deja entrar en tu vida luz de alma, y en tu corazón quien fue testigo de tu niñez. Gracias.

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