lunes, 27 de enero de 2020

Hoy soy de aquí.

Nací, y viví en muchas partes, pero hoy soy de aquí. Y a diferencia de otras partes me gusta vivir aquí... Hoy soy de aquí.

En el país del oscurantismo, subir al desván cuando nadie nos ve para hablar de lo nuestro... Y qué pena. Hay experiencias que una dama en su propia poesía no debiera vivir. Cuando una mujer protesta ante un vecino porque la calle está sucia un vecino calla porque sabe que la calle se limpia cuando Gloria llora su diabólica tormenta. Pasen y vean cómo de limpia está la calle ahora. La libre expresión que tanto importa... Un proyecto de ley y la comisión revisora de cuentas. Y la supervisora.

En el país del oscurantismo, además de lo de arriba, los excesos verbales existen desde la época de la dictadura. Nos falta voluntad política para aplicar las leyes, porque el precio que se paga por la popularidad excede lo prudentemente aceptable. Se han perdido muchas cosas en este país, incluyo el respeto a la ciudadanía y las cuentas que emanan del debate público. Los políticos tergiversan la verdad hasta ruborizar sus modales. El problema no es que falte dinero para lo más necesario, el problema es que falta porque se ha gastado embarrando la verdad de excrementos sin determinar los conceptos. En el país del oscurantismo uno miente y los demás, hasta sumar el no va más, viven felices de haberse conocido. La prevaricación, el nepotismo. Sepan disculpar mi terquedad, el caso es que ustedes y yo tenemos derecho a saber en qué se gastan el dinero los representantes públicos. Insisto en mi lamento: la cultura, la educación en valores, la familia, y los hijos primero. Gracias.

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