A estas alturas de la vida tendría razones para preguntar: ¿por qué a misa los domingos y no al fútbol? Porque de dos uno y el fútbol no me gusta. Y todo lo demás me importa un carajo. Salvo leer y escribir. Disculpen, aclaro que todo lo demás, si tiene que ver con la pobreza, la enfermedad o la corrupción pudiera ser que también me importa. Pero anda uno de aquella manera... Quizá deba dejar de escribir antes de que a mi ordenador que me ordena le salgan chispas por el teclado o no sé porque nunca se sabe. Hoy no tengo nada nuevo, ni viejo, ni mentiroso, ni absurdo que cantar. Lo dejo, sean felices y no se fíen de nadie que les prometa amor eterno porque es mentira, a no ser que esté muerto. Vivan su vida y, de darse el caso, si uno u otra les perjudica el alma, aunque se haya hecho con un pedacito de su corazón, váyanse a casa antes del postre. Y si el ruido aún no se calla y las desavenencias les ataranta, pidan ayuda, ayuda médica quiero decir, no sean estúpidos o acabarán donde acaban los que hacen mal uso del amor: en la cárcel o en el manicomio. Y qué bueno que así sea. Gracias.
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