Quizá por el anónimo ilusionante de arriba, me viene a la memoria un poema que de joven declamaba en serenatas para halagar a una muchacha de ojos color verde azabache, a la que, por amor, no fui capaz de robarle un beso, pero es que el amor siempre ha sido así: nos hace estúpidos. Hoy, al correr los años, del amor de una mujer al de una niña, y a través de la palabra quiero decir la importancia que tiene una mirada de soslayo para mí de una niña. Las cosas no son lo que eran. Lamento que, mal aconsejada y peor instruida, ¡zas!, una niña con su carita de cielo, su pelo pintado de colores y su vestir marcando tendencia se adentró en Les Seniaes y los naranjos transformaron la primavera y las liebres saltaban alegres y las mariposas volaban libres como siempre. Nada nuevo en Les Seniaes sino ella. De ser poeta, de una niña podría decir que le escribiría odas de tiernas letanías a su dicha infinita. Pero no puedo, ni soy poeta ni su madre me dejaría... Gracias.
Ciertamente interesante ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Siempre gracias.
ResponderEliminarSalud.