No tengo nada a favor ni en contra de las redes sociales... simplemente no tengo nada. Y si lo tengo, es por acabar con las cartas de amor. Y porque ya no se compran libros, ni periódicos, tan siquiera las letras de los usureros son de papel... Yo no soy de mucho cantar tristezas, y si las canto no las tengan en cuenta porque no son ciertas, pero ésta la es, y ya les cuento: De paseo por el pueblo sin ruido al que hui desde el de Patricia con ruido, al doblar una esquina me vino a la cabeza un olor de antes, y no era el del pan recién sacado del horno, era una librería. Al doblar una esquina encontré una librería. ¡Aleluya!. Y le pedí por favor a mi esposa que me diera unos minutos para entrar en la librería y oler, solo oler, le dije. Quien no sabe a qué huele una librería no merece ni siquiera el aire contaminado de productos biológicos que respira. Cuando la democracia se dirime en las redes sociales, cuando la información es sobreinformación, cuando la poesía no se explica y la verdad deja de ser verdad para ser la posverdad que distorsiona la realidad con fines inconfesables. Los cibernautas son maestros de la posverdad. Ténganse miedo, porque la democracia ha muerto. Y no la ha matado la Smith & Wesson de Abascal. Gracias.
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