sábado, 2 de marzo de 2019

Luego de tres años...

Uno va caminando por la calle y de repente se da de bruces con alguien que si no se diera de bruces... "Disculpa", me dice. "No te disculpo, además, no me va con tu carácter disculparte ni reconocer errores", le repliqué como repican las campanas un sábado de fieles difuntos. "Y recuerda que soy muy de aquella manera, o sea, me aburre quien no me aporta, y tú no me aportas nada de interés: me aburres más que el rosario de las cinco, que ya es decir". Y la dejé dándose de bruces con otra.

Pero soy un trozo de pan recién salido del horno y sin saber por qué esta mujer promueve en mis adentros un algo especial cuando me habla indecisa. Quizás al honrarme con su palabra promueve la mejor versión de sí misma. De esta mujer tengo escrito que si no se dejara llevar por la primera que llama a su puerta y leyera en de soslayo el día que mejor le hace sentir a su estado de ánimo le iría de perlas. No es que sepa mucho de su cotidianidad, pero sus ojos decidores no mienten... Me gustaría conocerla mejor pero la que es simple no es excepcional, aunque yo nunca la miraría por encima del hombro para hacerla sentir pequeña. (Disculpen la ironía, pero luego de tres años es lo más parecido a la realidad que vivimos). Gracias.

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