Entre risas y lágrimas la vi venir, pero esta vez no cambió de acera sus caderas, se acercó y me dijo:
“Qué extraño: tuvimos una relación especial y ahora, al correr de los años, nos encontramos de nuevo en la panadería, la farmacia, y, sobre todo, al doblar las esquinas”.
Es cierto, las esquinas son jodidas, nunca sabes a quién te vas a encontrar al doblarlas. Otra cosa es la panadería o la farmacia que siempre tienen la puerta entreabierta y puedes mirar de soslayo, y entrar o no depende de uno mismo. Pero si al doblar una esquina nos encontramos (más besos no, recuerda).
Yo achaco esas casualidades al destino. Sin embargo, a veces ocurren cosas de carácter desconocido que no conviene explorar porque además no se entenderían por la falta de humanidad. Compañerismo, solidaridad, y en ese plan. Nos veremos en el limbo de los justos si tú quieres. A quien Dios se la diere San Pedro se la bendiga. Si somos responsables, a veces debemos aceptar las consecuencias de los errores de otras personas, hablo de la omisión del deber (de socorro). Tantas veces escribimos lo que no leemos... no le damos el valor que tiene la palabra (nada ocurre por casualidad) o, como Rajoy, que escribe lo que no entiende (sale Rajoy y eso me gusta porque estoy llevando el caso demasiado lejos: apenas duerno y eso perjudica seriamente mi salud. He de volver al bendito amor y la santa poesía de urgencias). Si nos encontramos de nuevo al doblar una esquina nos saludamos sin los besos que no me diste: nada personal. Pero no mientas para salvar el culo a quien no se lo merece... ¿comprendes?
Como me llamas poeta yo te explico: Ocurre que la vida nos da un guión y nos perdemos entre asuntos inaplazables sin considerar lo que realmente importa. La vida nos da un guión, insisto, y luego, como el apuntador nunca está cuando más se necesita pierdes el hilo y cometes las mayores estupideces. Y es entonces cuando te pones nerviosa y para salir al paso entras en un proceso de divagaciones que solo un poeta es capaz de explicar. Por suerte me llamas poeta y con el mayor respeto te sugiero no mentir, apelo a tu conciencia de clase: asume las consecuencias. Y no cambies tus caderas de acera porque a fin de cuentas sabes que te quiero (y te querré decidas lo que decidas de acuerdo a tu parecer y no al de otros).
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