martes, 30 de agosto de 2016

El recato de una mujer.

Andaba uno esta mañana casi vencido por aquello de tener desordenadas las ideas y sentirme incapaz de escribir un día feliz que, desoyendo a la dama que vela mis sueños, me apunté a una de dos bandas de tambores del pueblo de Patricia. Pensé que podía ser interesante saber lo que siente un tambor por dentro al emitir un sonido tan espantoso. Así casi vencido andaba uno esta mañana cuando una mujer bella y recatada se acercó a mí en plan protectora atendiendo a mi edad y salud. "A su edad y sabiendo que tiene la cabeza como la tiene, ¿cómo se le ocurre tocar el tambor, alma de Dios? Deje de aparentar y vaya a sentarse a un banco del parque con otros viejos y comente la historia de su patética realidad". Uy, conoce mis delirios esta mujer bella y recatada ¿quién será, será? Entonces no me apuntaré a una de dos bandas de tambores en el pueblo de Patricia, a pesar de no querer aparentar sino saber, tocaré uno de dos testículos y seré político y sabré lo que siente un tambor sin apuntarme a una banda de dos y tendré asesores que metan la pata de atrás por mí. Los políticos son beatos y van al cielo a pesar de los pesares. Seré político y no tendré que reconciliar con otros políticos porque seré santo que es más que beato. No me interesa seguir siendo un viejo casi vencido cuando no sea capaz de escribir un día feliz para vivir, a pesar de saber que no puede haber un juez que me condene a morir cuando por amor puedo vivir. Si hoy casi vencido doy pena capital mañana daré risa contagiosa y otro día el que ordena la lista de los amaneceres me llamará para que represente una sociedad en busca de su propio futuro. (Ande con cuidado, mujer bella y recatada, porque hay quien va diciendo por ahí que este país no hace mucho tiempo se llamó dizque España). La mujer bella era, pero recatada... Sean muy felices y gracias.

2 comentarios: