En este país está prohibido llegar a acuerdos para formar gobierno, pero también tomar café con las amigas, amar por amor, sentir cercano al humano ser (¿cómo la salud? Aquello que tenga que ver con la poesía de la vida. La gente humilde está atada a las circunstancias y puede hacer bien poco sin que tenga consecuencias de desprecio a la dignidad de su persona. Alguien llama (desconfianza): pase la pata de atrás por debajo de la puerta... Joder, dona, ahora somos más pobres que siempre.
Prohibido defender los derechos fundamentales de convivencia. Arrieros somos porque el etcétera es más largo que la vuelta al mundo de Willy Fog. No nos engañemos, sabíamos que corríamos el riesgo de que el humano ser se olvidara de ser humano, pero lo que no sabíamos, al menos yo, y me remito a la asoladora realidad que vivimos, es que el humano ser olvidara que inventó el amor. El humano ser, como la mujer que un día conocí y con el tiempo llegó a ser mi amiga, no está muerto, está ausente y reside en una burbuja de vanidades entre abrazos y besos de compromiso. Kristel, estupefaciente, ayer me comentó que fue a comprar un espejo de cuerpo entero y estaban agotados. Arrogancia vanidosa.
Así está este país y así su ciudadanía. A no ser que llevemos puesta la venda de la justicia en los ojos (por cierto, para más inri, la justicia dejó de ser una dama para ser una mujer), negamos la convivencia que no hace mucho estaba cargada de tolerancia con lo diferente, compañerismo, solidaridad, ayudar a los más débiles, a los que siempre pierden.
Señoras y señores, lo de hoy, sábado de fieles difuntos, no es pesimismo, es información: vivir al lado de la vecina chismosa conlleva estar informado de los acontecimientos, incluso de los que no suceden y suceden porque están sucediendo. Sean muy felices y gracias.
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