sábado, 21 de mayo de 2016

Duele Eugenio.

Días tiene uno... sábado para mas señas. Hay momentos donde las circunstancias, las evidencias y el dolor silenciado por la muerte se convierten en una carga difícil de llevar. Pareciese que todo se viene abajo y una voz en el interior te aconseja la rendición... Antes dona y ahora Eugenio. Soy humano, por consiguiente la resignación es la vida sin amor. Entonces hasta aquí llegamos, damas y caballeros. Sí, estuvo bien luchar y fracasar y ganar pero todo tiene un límite: ya lo mucho es demasiado, y muy lejos llegamos, insisto, además, lo que importa no es llegar sino haber luchado dignamente por llegar. Que ya vale, que es suficiente el camino y que se intentó; pero no es necesaria la victoria para vivir. Si una disculpa mayor, morir de amor, a pesar de saber que no está de moda ni en Teruel. No obstante, nada invalida vivir y seguir luchando sino por uno por quien te quiere. 

Duele Eugenio y las preguntas son inevitables para avergonzarnos en su memoria: ¿Cómo es posible ser tan irresponsables? ¿Cómo soportar vivir así? Si creemos en él seguirá viviendo en nosotros.

La fe tiene diferentes caras porque inmensos son los amores. Se trata de no caer en la depresión que tiene que ver con los nuevos amaneceres que no hacen camino. Los amores idos atraen más dudas y arrastran las capacidades que manifiestan los débiles de espíritu. Para la muerte o para la vida no hay atajos. Para la muerte vale la fe. Para la vida la esperanza. Y para todo lo demás que es mucho vale el amor: el amor nunca muere. No dejemos de amarnos ni un minuto mientras salga el sol cada mañana. En de soslayo, triste de morir, un sábado de fieles difuntos. Se les quiere.

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