Bien sabe María, la Magdalena, que no es por mí, pues nunca supe escuchar ni me pareció oportuno ni prudente aprender. Intento ser dueño de mi silencio y nada más. Y nada menos. Procuro racionalizar el silencio y llevarlo al cementerio antes que hablar (mejor escuchar antes de hablar), pero veces hay que uno, si llegara el caso... Y llegó el caso: el ego de una mujer me impide callar y hacer lo que quiero, que es lo de arriba, o sea, mirar para otros versos y encantado de haberla conocido.
Cuando aquella tarde me la presentaron me calló bien, o mejor que bien. Una mujer por la que merecía la pena intentar mantener una relación de amistad. Y mereció la pena mientras duró... El tiempo pasó y nos fuimos distanciando (para ser sincero, fue ella la que cambió sus caderas de acera). Tal cual otras amigas: voy de mal a peor, y de peor a otra decepción mayor. Alguien pudiera pensar como mi esposa que lo mío es demasiado y hasta Dios lo ve, y no. Si llegara el caso como llegó, lo mío es la palabra que se explica una y otra vez, y más alta que la anterior si se trata de que alguien torpe de entendederas se entere. No todo el monte es orégano y dejarme llevar sería como volver al tango de un pasado triste. Si lo nuestro fuera un casino: "no va más, damas y caballeros". Pero la rueda rueda y rueda. Tal vez el ego rebosa por el costal de sus pecados. Ya lejos de aquella tarde mejor olvidar. Por lamentar, que siempre pierden los adversarios que coinciden con los débiles de espíritu. En fin, mientras tanto y llega el día de llegar, que me vuelva a encontrar en la misma acera con sus caderas, miraré para otro lado, quizá para un poema de Ángel González que me recuerde una mujer hace mil años que mereció la pena mantener una relación de sincera amistad. (No te detengas, tú sigue a lo tuyo, a ser más estupenda cada día, mis afectos que son tus versos traspasan los bordes de tus caderas).
Para caderas las de la Chaquira y no se hable más.
ResponderEliminarBeso
No te reconozco. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Es fácil. La Chaquira es una utopía, a menos que seas Piqué sus caderas nunca las tendrás entre tus manos jaja en cambio a tu amiga, vecina o ya se me olvidó qué, si. Si eres tan guapo como cuentas podría caer redonda a tus pies, jaja.
ResponderEliminarAy y a todo esto no entiendo porqué estoy diciendo esto.
Soy más que guapo. Y, por supuesto, mucho más que Piqué. Pero no caerá a mis pies porque no ya me conoce. Eligió no conocerme. Gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.