viernes, 27 de mayo de 2016

El instinto de la verdad.

Pido a la María que no me abandone: mi esposa dijo sí al mercado y sí al correfur. Se adueñó de la idea y me explica que tenemos que resolver asuntos inaplazables en el mercado y en el correfur que la nevera está completamente vacía. Y me amenaza diciendo que no la agobie porque vamos sin prisas. (Ya estoy arrepentido de lo que dije: se puede vivir siendo un estorbo). El sentido común mi esposa lo deja en casa cuando va al correfur sin lista de la compra. Una mañana no le llega y los carros son muy pequeños. El sentido común de mi esposa como las nuevas tecnologías debería ser imprescindible y actualizarse automáticamente al salir de casa y entrar al correfur cuanto menos.

En casa vivo pacificamente. Soy dueño de mí, lo que nunca seré si voy de acompañante con mi esposa al correfur. Soy una marioneta más que un estorbo. Siento la inapelable tentación de tirarme al monte.

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