La objetividad de un escritor de mala prosa, como el amor de la noche desvelada en un parque, es una utopía imposible más que una esperanza. A diferencia de ti, mujer (por reflejarme en tu mirada qué no daría), yo, sigo tentando al amor aquí, en de soslayo. Prisionero de aquellos besos (quién fuera el otro), seguiré escribiendo el día con tu nombre (amor inmarcesible).
Genial...
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