martes, 31 de mayo de 2016

A veces lo peor es mentira.

La dama que no me deja ir regular, la encontré desmejorada. Los años no perdonan, le dije sin rodeos. Creo que no envejeció bien. Hay personas que tienen un envejecer que aparenta menos edad de la que tienen. Un día y otro, con los años se coge afecto a las personas. Un mañana llegaré y no estará. Si me dan a elegir me quedaré con la más joven. De joven no se tienen tristezas que cantar.

Los años pasan y pesan los conflictos de intereses, y duele el alma. Pocos se imaginan cuán difícil es aceptar que la vida te roza y no se deja acariciar, o que la vida es un sueño que nunca se hará realidad. O que perderás el tren hoy y mañana. ¿Para qué tanto malgastar el tiempo que tenemos de prestado si la mayoría no tenemos reparación posible? Uno yo. A mí me salva el amor que anhela el bienestar que provoca en mí la paz de espíritu y la felicidad que es el perfume de Ian, mis hijas y mi esposa.

No me apetece escribir. La dama que no me deja ir me dejó el cuerpo de pariente difunto. Sean felices.

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