jueves, 14 de enero de 2016

Vivimos una mentira.

La desconfianza es un tema escabroso. Yo no soy de mucho perdonar. Tampoco de tener en cuenta o rencoroso. ¿Y si dijera sí porque no saben lo que hacen quién pagaría las consecuencias? ¡Yo no!. ¿Y entonces? “Perdona siempre a tu enemigo; no hay nada que lo enfurezca más”. Juan Pablo II. Y yo preocupado... Pues tendré que perdonar y enseguida contratar guardia de seguridad personal que uno no está para dar y recibir. (Dar gritos y recibir hostias, con perdón).

De una vida sin contemplaciones, de no perdonar porque no aprobaría para cura, ahora me entero que perdonar es lo que más enfurece al enemigo. Y solo hablo de vida colindante, que si lo llevo al terreno político. (Ay). Es malo que nos mientan, de ahí la desconfianza. La mentira no es susceptible de perdón, al menos sin merecerlo... No basta con pedir perdón, hay que merecerlo. Supongo que quiero decir algo relacionado con el arrepentimiento. Como el ordenador que me ordena viene de una profunda reparación por obra y gracia de Ian no entiendo y solo supongo. Si Ian fuera hijo de la vecina ya le arreglaría yo esa urbanidad. Y eso que aún no tiene el año. Patricia quiere que estudie neurocirugía pero yo lo veo más como sargento de guardia.

La desconfianza. Hablo de la vecindad y a veces de la política, confieso aquí y ahora, que alguna vez no quise discernir una de otra y a no ser por la María no creería en el humano ser. Hablo por mí, pero ya me gustaría saber lo que piensan los demás fuera del confesionario. Hipocresía de la peor. El CIS habla del paro como mayor preocupación y después la mentira disfrazada de corrupción. Confundimos el querer con el ser. Los extremos no se tocarán en la vida. De pobres a más pobres y de ricos a más ricos. Y aumenta el empleo. El próximo presidente de gobierno nos tendrá que explicar con palabras de estudiante de primaria para que lo entendamos cómo somos más pobres trabajando más (y ganando menos, filosofía del ilustre Díaz Ferrán, presidente de la CEOE ahora en prisión).

Hablando de la desconfianza y casi estoy por asegurar que si no fuera por los banqueros y los inversores extranjeros ni sabríamos qué es. La desconfianza siempre en boca de los banqueros que administran los préstamos que generan riqueza y los inversores extranjeros que no sé en qué invierten. Un país de solares por construir no imagino en qué se puede invertir. Porque no nos engañemos, la mano de obra está China. Y nuestra excelencia universitaria en Alemania y otros países. Vivimos una mentira. Y grande.

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