El teléfono móvil es un chivato: sabe dónde estás en cada momento y lo cuenta. Tecnología inteligente que va por ahí con el cuento de hacer la vida más fácil y nos engaña miserablemente. ¡Mentira!. No puedes tomar un respiro. -¿Dónde estás? -Aquí. -Ven. Antes podíamos pasar unas de otros en el mejor sentido y ahora en el peor sentido no podemos dar un paso atrás y arrepentirnos.
Artilugios diseñados por el maligno para saber las calorías que comemos y lo malo que es una fabada por las nubes el colesterol. Y la presión arterial. Y la temperatura corporal. Y el 25 cita con la dama que no te deja ni a sol ni a sombra. Soñamos con dormir justo hasta la hora que un espantoso sonido nos anuncia que hoy también amaneció y debemos buscar empleo. Y además lo archiva en una nube del cielo.
Tomar una decisión cualquiera ya no es posible sin contar con la aplicación de la tabla de las probabilidades que nos facilita un teléfono móvil. La libertad individual es cosa del pasado. Incluso el amor ya no es lo que era.
Y luego está el GPS incorporado en el teléfono móvil. Confieso aquí y ahora que no fue mi esposa por más culpas, fue el teléfono móvil que me dijo en Valencia toma la segunda salida a la izquierda. No era la segunda a la izquierda. No sé qué salida sería pero la segunda no. Así que lo de siempre: señor taxista si fuera usted tan amable... Muchas gracias.
Pues esto que cuento, les parezca o no inverosímil, ya pertenece a este mundo. Que igual ya lo sabían y no es noticia a destacar un lunes de esperanza. Pero oiga, si no se dedica un día de la semana a la esperanza ¿qué plan de vida esta? Todo lo que digo es cierto. Pura fachada cibernética exclusiva para los cibernautas, no para la gente corriente que nos podemos dar por perdidos en la convergencia de las ondas, la multimedia, el audio, la transmisión de datos, los textos escritos, la interactividad que caracteriza nuestra vida. De mundo fascinante nada de nada. (Porque sé que ya dispone de un teléfono móvil le aconsejo que tire ese invento del maligno al bidón del reciclado para aparatos peligrosos y siga pagando a la compañía telefónica su contrato de permanencia hasta el final de sus días. Sé que jode, pero solo hasta que se acostumbre. Como tantas otras cosas por las que pagamos y no disfrutamos. Usted ya me entiende).
Perfectamente...
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