Víctor Manuel cantaba. "Todos tenemos un precio; todo se compra, se vende; el traficante, el artista, intercambian sus divisas. El esclavo como el rey tienen idéntica piel y en el horno se verá que todos somos igual".
Lo que me lleva a pensar que todos somos iguales en los intereses. Pero no. Y no estamos dispuestos a consentir las tropelías de los poderosos, o los que se valen de las apariencias para cometer sus fechorías. No hablo de política, ni sé de qué hablo, pero mis subconsciente me tiene preocupado porque escribo el día que no me gusta vivir. La realidad me tiene sometido a sus caprichos. Eso está ocurriendo. Mi ordenador que me ordena escribe a su antojo cuando torpe de inspiración mis inquietudes no interesan. Y luego siempre haciendo amigos, es una de mis grandes virtudes. No soy lo que se pueda decir una persona amena en el trato: soy mi peor enemigo. Todo lo que digo es verdad, y no es la primera vez (ni será la última si salgo de esta), que me quedo solo ante mí. Eso duele porque la soledad impuesta es muy dura.
Cuando un sentimiento llega de manera imprecisa al corazón de una persona, fluyen palabras incomprensibles. Tibias palabras, débiles de sentimientos. Son palabras escasas de imaginación y no impresionan. No son palabras atractivas al lector si se pretende escribir porque dicen sin decir y llaman a la mala interpretación.
En el peor día, en la hora más intempestiva, en el momento más bajo de ánimo, no importa donde estés, si estás cerca de mí en algún lugar del universo ten por cierto que mi palabra no está en venta porque no es mía ni de otros intereses. Mi palabra simple son mis estados de ánimo: soy yo mismo, y malo sería que pusiera precio a mi cabeza. La razón por la que escribo es para conocerme mejor, siempre lo digo, y soy el primero que no me gusta lo que escribo a veces pero si no escribo no aprendo. Un aprender reflexivo. Soy desagradable en el comportamiento, lo sé, sin embargo quiero ser respetuoso. Quiero mantener una interacción adecuada a las normas básicas de convivencia con las personas que me rodean. La época de enseñar pasó a la historia, soy viejo, es la hora del aprendizaje exhaustivo.
Eso mismo es lo que digo -Aleluya, de soslayo y la MaLquEridA coinciden en algo- "dicen sin decir y llaman a la mala interpretación". diste en el clavo. Gracias.
ResponderEliminarNo somos tan diferentes... Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.