La vida nos depara vivencias que algunos llaman destino, fuerza desconocida, porvenir, azahar. Yo le llamo la María, y nunca espero por ella porque siempre me acompaña. Santa la poesía. La vida nos depara historias por vivir que son la vida misma. Y existe un duende que nos anima a conocer gentes con la que compartir ese camino. Se hace camino al andar, dijo el poeta. Algunas gentes son verdaderos amores que nos acompañan hasta el final de nuestros días.
Por falta de mantenimiento ese camino está cerrado. La crisis o falta de interés. Sería bueno que pronto se abriera una partida económica que necesariamente pasaría por el empleo y un salario justo para poder emprender la marcha hacia una nueva convivencia más humana. Alguien nos está haciendo mucho daño y no nos atrevemos a ponerle cara.
Me cuentan que existe un camino para alcanzar las metas y no hay que andar hasta la extenuación. A primeras suena bonito pero no me fío. A pesar del duende, el amor y la santa poesía que bien pudiera ser un todo, de viejo sé que en la vida no valen los atajos. Y sin embargo la fuente es fidedigna. Me cuentan que ese camino lleva a encontrarse con uno mismo. Al parecer es fundamental saber quiénes somos para ofrecer lo mejor de nosotros si queremos encontrar para el camino la sana colindancia. La mano amiga que siempre está ahí cuando la necesitamos. De eso habla el duende, y no del auxilio que pedimos cuando el viento viene de cara y nadie oye o nos escucha. Y ya no valen las promesas que no acompañan los hechos. ¡Joder, dona, son historias de antes y no de ahora!. Ni en la tan soñada por deseada Noche de Reyes. Un mundo imperialista globalizado económicamente y carente de humanidad nos rompió el corazón.
Ese otro camino que pasa por conocernos es necesario para ir hacia un futuro mejor. Aunque sea con el último aliento, un camino con la mejor compañía fuera del alcance de tanto miserable y sus miserias que dirigen nuestros destinos o como se llame. ¿Qué nos han hecho ¿Qué nos hemos hecho? Todos y todas somos culpables, lo tengo escrito por ahí, pero unos más que otros. Claro, hasta es posible que haya inocentes. Por la luz que alumbre todas las pobrezas; por la luz que ilumine nuestro entorno mas cercano. El alma de los que siempre pierden. Avancemos juntos por el camino de la solidaridad, conciencia humana, y no por lo efímero de nuestra existencia. Carentes de odios y rencores, de envidias y avaricias, del materialismo desmedido, nada está perdido. Siempre hay alguien que de soslayo nos viene a ofrecer su corazón. Abrir los ojos. Dar tiempo a las cosas sencillas de la vida y vistámonos de la humildad que nos permita vivir livianos. Pongamos de moda la humildad. Debemos ir unidos por el camino seguros de haber hecho lo correcto. En la Noche de Reyes. Y siempre.
El duende.
Mejor pensar que nada está perdido...
ResponderEliminarSaludos
Escaso de imaginación me entrego a la María. Muchas gracias.
ResponderEliminarSalud.