Hay quien va diciendo por ahí que no hace daño quien quiere sino quien puede. En el pueblo de Patricia hay gente que de estupenda ni Julio Iglesias. Con lo que cuesta que te respeten en este pueblo como para no respetarse una misma.
Enzarzada en ti, peleas por un territorio que no te pertenece, y, además, está fuera de tu alcance. Eres menos que ayer. Indiferencia que respiras en ese desasosegante silencio que sigues empeñada en construir en tu entorno cercano: tus amigos y familiares. ¿Por qué te haces daño? ¿Por qué manipulas tus sentimientos? No alborotes el gallinero que las gallinas enseguida se espantan... Y no salgas dando un portazo que tal vez no vuelvas a entrar, por más que quieras.
Alguien dijo que éramos incorregibles y acertó de pleno. Una mujer que siente su casa como una prolongación de su cuerpo es más machista que el hombre que siente lo contrario... Si para ser mejor tienes que menospreciar a quien te quiere no volverás al amor que conociste un día. Se ve que no has vivido lo suficiente: es lento el proceso de olvidar.
No gasto mi preciado tiempo pensando en ti. Ya no. Cuando lo gasto, y quizá sea demasiado tiempo, es porque aún te quiero y me duele ver cómo te vas descarrilando por un territorio que enriquece la diferencia de género. Te dejas llevar por los rencores y no por los amores. Los amores duelen cuando les arrancan metas de vida. De las metas de vida que en este momento debieras considerar, son aquellas que te permitan alcanzar el amor de ayer para ser simplemente lo que has sido: una mujer singularmente hermosa por dentro. Porque todo llega, un día vendrá y querrás morir antes que volver a la verdad. Morir de éxito. Te miras al espejo y te enamoras de lo que ves. Eres la vanidad en estado puro. No le hagas más favores al lucero del alba. Si alguien caminó sobre las aguas, ten por cierto que no has sido tú.
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