sábado, 3 de marzo de 2012

Subliminal

Va serio: Ayer perdí el tren y hoy también, ojalá mañana no lo pierda y vuelva de Valencia.

Por razones que no pienso discutir, formo parte integral de un colectivo que me está llevando por caminos alienantes. Me provocan desequilibrios -holocausto mental-, lo cual epiloga en aspectos funestos: Aún y cuando la María me sonríe. Virtuosas complejidades aparecen en mi mente y se hacen sentir a modo de relatos, desagradables dramas, son experiencias, lamentaciones de un colectivo protagonista; pero lo más preocupante, sin restarle importancia a las trágicas, sangrientas y tétricas noticias de una realidad que no alcanzo a comprender, es la violencia que impele con una fuerza vertiginosa incitando a personas de buen corazón con el viento de frente al suicidio. Esta endemoniada realidad provoca un malestar que nos mortifica el psique. No puedo ser ajeno, es una especie de epidemia capaz de contagiar de manera peligrosa a un colectivo cuya misión en la vida debiera estar alimentada por los más altos principios del amor. La luna me sonríe, me atrae hacia la imaginación sentires que remueven en mí todo un cosmos de extraordinarias sensaciones. Y quiero ser optimista, deseo y espero cambios estructurales positivos aliviando al menos pensamientos y prácticas anómalas. No quiero verme envuelto en delicados e inadecuados ejemplos.

Creo que la evolución venidera conllevará reformas de conductas positivas, pero cómo duele el alma y mortifica este largo capitulo de la historia donde en vez de mejorar, estamos padeciendo nuevos flagelos. (Téngase miedo, amigo).

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