jueves, 22 de marzo de 2012

Mentir es de cobardes

No soy persona de decir siempre la verdad: es de tristes. Pero he de decir que cuando salgo a la calle con mi mascota siempre se la digo. Aunque soy triste y poco valiente casi siempre digo la verdad. Cueste lo que cueste. La verdad nos hace libres y responsables. La libertad que se somete a la verdad conduce por el camino del bien. Pero resulta que hacemos bien poco por ella. ¿Descuido? ¿Decadencia del ser? ¿Pérdida de los valores? ¿Cobardía? Hoy más que nunca precisamos comprometernos con la verdad, porque solo así se puede suscitar el bien común. La palabra exacta que promueve y protege los derechos humanos. Y en eso anda uno esta mañana. En el empeño de decir la verdad. Téngase en cuenta que la verdad puede encubrirse pero nunca apagarse. Tener la certeza de lo sucedido es la clave para poner punto y final, aliviarnos en cierta manera en la decepción por la persona ida. La verdad es más hermosa que cualquier victoria. Pero debe existir una voluntad que nos permita esclarecer los abusos cometidos por la mentira; práctica represiva que lleva a ninguna parte. Comportamiento de lo inconsciente. Porque decir la verdad es el camino. A fin de cuentas, la verdad siempre resplandece al final del camino. La verdad que solo se apaga con otra verdad. La verdad que no se eclipsa con la mentira. La verdad... ¿y quién tiene agallas para decir siempre la verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario