Si tú me dices ven...

Me dices que no basta con tener talento, que además es necesario ser útil, no dejar de aprender un solo día y a hacer las cosas responsable. Y respetar. Y ser agradecido. (Y dale).

Y yo te digo que conviene no discriminar los escenarios del bien hacer de cada cual. La integridad nunca pasará de moda y siempre será como aroma de azahar embriagador para mí. Creerás que cuando digo que no creo en Dios mío Jesucristo soy un pecador que tengo polvorienta La Biblia en mi biblioteca. El Corán. Y otros pensamientos en clave de Fe religiosa. No, no creo en un Dios verdadero pero creo en el ser humano. En la mujer que amo. En la amiga. Y es que soy ordinario. Pero leo cada día con detenimiento un pensamiento religioso. Lo hago porque me satisface y llena de certidumbre mi corazón.

No me vengas con esas. Ni vanidad ni mejor que nadie. Y menos rencor. Me hizo daño sí, ¿y? Lo mío fue un recurso literario, ¿y lo de él? Supongo, quiero creer, y no por él, sino por quien representa, que lo hizo porque las cosas son de libro o no. Pienso que no sabe ni cómo se escribió ése libro. El libro que se llena cada día con un sentimiento. Claro que bien pudiera hablar de algo que no entiendo, y entonces (lógica), claro, eso es... un malentendido. No tengo edad para guardar rencor a nadie. Y menos para perder el tiempo en estupideces (las que sean). Agradezco tu buena voluntad, y que me hayas enseñado a valorar el poder de la palabra. Gracias.

Escucha: necesito un lugar en el silencio para escribir. Necesito intimidad. Y un sube y baja de feria (con perdón) no es el sitio adecuado. ¿Qué no se entiende? Que sea posible o no es otra cosa ¿? Capricho por mi parte no es. Sé de qué hablo. No me puedo permitir más descuidos. Ya no depende de mí. Pero nadie es culpable, eso no, como en el amor.

... lo dejo todo.