¡Respeto, oiga, respeto al derecho ajeno!
¿Acaso la ignorancia es ciega? ¿Qué?
Se lo cree, y entonces, pareciere que, al creérselo, considera que nos tenemos que debilitar ante él, pero su mente también se deteriora, y su vida se apaga. Y la muerte lo sabe. Lo sabemos todos. ¡Estúpido!
¡Paren ese ruido!
De nuevo vencido vuelvo a casa... a casa. Estoy en casa.
Es el refugio del hogar...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta