lunes, 11 de julio de 2011

Un desengaño

Un desengaño, y hablo como persona desengañada, no es motivo de alegría a no ser que nos remitamos al origen del desengaño, o al refranero popular: "no hay mal que por bien no venga". Pienso que la sabiduría que como experiencia se obtiene de un desengaño debería juzgarse según las luces del desengaño. (Y dale...). Quiero decir, juzgar al autor o autora, al culpable. Un desengaño si es de amor, y en mi caso lo es, viene acompañado de un considerable derramamiento de lágrimas, y estimo que no vale la pena... sobre manera para quienes sus lágrimas no corren es peligro de ser derramadas... que son aquellas personas autoras del desengaño. Esta valoración, análisis o lo que sea, de poco me sirve si lo que pretendo es calmar el dolor quizá hipócritamente, por eso, debería admitir que de todo desengaño cuanto antes se recupere uno mejor para volver a sufrir otro en el menor tiempo posible. Aprender del dolor a desahogarme como ser humano para volver a volver, volver a sufrir otro desengaño por amor... "¿Dónde está la utilidad de nuestras utilidades? Volvamos a la verdad: vanidad de vanidades". Antonio Machado. (Tengo que repasar todos mis desengaños del pasado y lograr "curarme en salud" con el fin de llegar a ser mejor persona sin humildad). "Yo culpable".

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