domingo, 3 de julio de 2011

Mi indignación ajena

No sé si soy o no un indignado, pero estoy indignado y tengo motivos. Tampoco sé si es lo mismo ser o estar indignado. Dudo en un asunto tan importante y no debiera, pero es que ni siquiera recuerdo a quién voté en las últimas elecciones. Y peor aún, mi indignación es una indignación ajena. Aparentemente soy libre, puedo escribir y decir lo que pienso, incluso explicarme a mi manera para luego acaso entenderme. Y nadie me impide presumir de falsa modestia. Pero todo es insuficiente. Por eso, y por otros motivos que son razones de gran importancia para mí, estoy dispuesto a proponer cerrar el país (digo el país y digo patria, nación, y no EL PAIS. Lógica). Mi indignación ajena que venía de lejos se agudizó ayer con algunos comentarios de los señores dueños de los partidos políticos luego del debate del estado de la nación que, hipócritamente, dicen que pretenden incluir en sus propuestas programáticas algunas de las peticiones de los indignados del 15 M (que por una u otra razón es toda la sociedad). De ahí que proponga cerrar el país. Porque estoy harto de promesas electorales, las viejas promesas incumplidas de siempre, idénticas, clavadas a las anteriores. Ni aún siendo el inocente que fui antaño creería a que estos señores dueños de los partidos políticos incluyan asuntos de vital importancia para la sociedad que son algunas propuestas de los indignados del 15 M. Políticos, comparsa de máscaras sonrientes que bailan impúdicamente sobre el tablao de la democracia. Oiga, usted, sí usted, piense por favor, sin esforzarse demasiado pero piense y se dará cuenta que nuestra clase política no es la que soñamos, y menos la que nos merecemos como país. Mi indignación ajena viene motivada por la indiferencia que tiene nuestra clase dirigente hacia el pueblo, el mismo pueblo que les prestó su voto de confianza para que solucionara sus benditas necesidades que ya son asuntos de pobreza y enfermedad (disculpen la redundancia). Su falsedad y su irrespeto raya la ínfima condición humana. Es su tiempo, lo era entonces, pero ahora, además es su momento.

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