domingo, 24 de julio de 2011

Cobardía en el corazón

Una amiga de abrazos eternos y miradas al Este, de palabras íntimas y sentimientos sinceros, me cuenta que lleva una vida padeciendo por sus miedos en un profundo abismo del que le es imposible salir. Yo la entiendo, sé de qué habla y lo que siente, pero por más que quiera no puedo ayudarla. Son miedos, sus miedos, y solo ella puede vencerlos. El miedo es un asunto jodido de tratar. Cada cual, como casi todo en la vida, tiene un miedo o varios a la carta que lo lleva amarrado a una sensación de terror, de violencia, siempre a la espera de un desenlace fatal si no se ataja a tiempo, si la caída no se detiene. Me cuenta que ahora ha encontrado la manera de hacerle frente con coraje y que no habrá en el mundo nada ni nadie capaz de impedírselo. ¡Bravo por mi amiga!. Ella es valiente y tenaz y estoy seguro que vencerá sus miedos más dañinos. Los miedos tienen un algo de suceso fatal sin precedentes, son como una pesadilla capaz de disolver el flujo durmiente del sueño más hermoso. También yo tengo miedo, amiga. Quizá todos lo tengamos. Y la vida ayuda más bien poco. Y su complejidad nos impide apreciar las cosas hermosas. Ella dice que ahora sabe cómo enfrentarse a él. Y no lo dudo. Pero le costará, porque el miedo vive pegado a la rutina del alma y lo llevamos a cuestas como un saco donde quiera que vayamos. Un saco cargado de incertidumbres que nos arrastran perniciosamente por el camino de nuestra existencia. Alguien me dijo que el miedo es ignorancia. No sé, fijo que era alguien de las SS. Porque yo no creo que tenga que ver con la ignorancia. Quizá con un absurdo que nos afecta y nos convierte en un erial que nos desposee de la riqueza del alma. No el miedo no es ignorancia. Lo diga quien lo diga. Otra peculiaridad del miedo es que nos impide disfrutar de la vida en todo su esplendor... También con nuestros miedos perjudicamos el alma de la colindancia más cercana. En fin, amiga de abrazos eternos te tengo que dejar, comienza a llover, y la lluvia para mí es el peor de los miedos, miedo al miedo: Cobardía en el corazón. La mente se creó para estar siempre alerta, pero un día se descuidó y el miedo depredador se apoderó de ella, la penetró, por ejemplo. (Ojalá venzas tus miedos, mi amiga, y yo los míos, así, quizá nos lleguemos a conocer algún día como en realidad somos).

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