Para no dar qué decir, escribo sin dar nombres. Qué lástima ver a gente transitar por sus caprichos y sus compromisos con la luz de la esperanza apagada como mecha humeante en medio de respuestas vacías y esperas con reloj y sin agujas. Tal parece que un alma herida huyó ante las dudas sin problemas y se quedó sin asuntos y sin caso. Piensa uno que si tuviera valentía ante su presente y dejara esa lucha y su orgullo (el orgullo, y tanto ruido), y confesara el conformismo que degrada su identidad como si fuera un muerto que no acaba de morir... ¿Mereció la pena? Si en realidad su Dios le envía su alimento lo cocina el maligno. Pues nada, a mal tiempo buenos besos, y la salud que no falte. Hay otros caminos y más pueblos, pero yo, del pueblo de Patricia no quiero hablar de irme, ni ponerme a la altura de quien se viste con harapos y descosidos y llora y llora para dar lástima. La misericordia no va con mi carácter. Además, y sobre todo, el acuerdo vinculante que veo venir es un ultraje. Casi vencida, su existencia debería ser bendecida por Jesús el Cristo para salvarla. (Y salvarme). Recuerden que donde habla el corazón, es de mala educación que la sinrazón lo contradiga. (De ser sería la luz de tu esperanza). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario