domingo, 5 de noviembre de 2023

Con Ian hacia el río.

En un libro del que no recuerdo el nombre, ni su autor, leí que el miedo es el interés que se paga por la deuda que no se ha adquirido y corroe la conciencia de quienes temen más al hombre que a su propia sombra. (Avisado estabas, por diez veces te dije que llegaría el día de las calamidades, como las Plagas de Egipto. Llegó el día, y te haces el encontradizo al doblar la esquina de la Casa del Libro... ¿Querías que entrara y te lo repitiera por onceava vez? Dos veces ya fue demasiado repetir). Cuando el miedo se hace fuerte aparece el pánico y D'Artagnan al ataque. (Te corre prisa). Hasta el disimulo y el bien queda requieren de una creatividad que pocos conocen. Y caen de lleno en la estupidez. Mientras el coeficiente de inteligencia y la capacidad creativa se mantenga cercana al rencor, el destino es la frustración. Es imposible entrar estúpido en la Casa del Libro y salir convertido en historiador. Lo suyo es que salga estúpido y no historiador. Un politiquero ganó las elecciones por delegación y cada día sale a la calle a la misma hora y almuerza en el sitio de mayor concurrencia para amortizar el sueldo con palabrerías ociosas. Si un politiquero vive en la soberbia de espaldas a la realidad no le pidas que baje del árbol porque no estudió para ello. Como los monos de Gibraltar: oír, ver y callar. (Odas al olvido, homenaje a la Cultura y amén). Gracias.

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