En un país de pobres sin futuro, las familias rotas, Dios y María de vacaciones y la impunidad campando a sus anchas, que apareciera el infortunio era cuestión de tiempo. Según la cuenta de resultados de las grandes empresas, los beneficios son extraordinarios. El crecimiento económico no se pone en duda, se pone en duda su distribución. La exclusión social deja un rastro de muerte. Y la ministra Calviño en la reunión que ha mantenido con los presidentes de las principales empresas, tras sugerir mantener el impuesto a los beneficios extraordinarios por la subida de los tipos de interés oficiales del Banco Central Europeo, amenazan con llevarla al Constitucional. O irse del país. Pero hay más... Los partidos políticos con representación en el Congreso llegaron a un acuerdo de investidura y posiblemente de legislatura y tendremos presidente y gobierno. Para dolor de los perdedores, aquellos que los votantes no quisieron que gobernaran. Sin embargo, perder a los que no pasaron de primero de democracia no les convence y salen a la calle con sus huestes a negar los acuerdos que ellos intentaron y no alcanzaron. Los huérfanos de Dios o Marx, capitalistas y conservadores (ateos y "ultraliberales"), hijos de la desesperanza y la inquina, como si les tocara la lotería, hallaron al emisario del maligno en el partido del "irrepetible" y lo nombraron vocero de sus intereses, que no son otros que poner patas arriba al país, mientras ellos se mantienen a la retaguardia. La sociedad menesterosa, pendiente exclusivamente de llegar a fin de mes, ya no tiene capacidad para distinguir el bien del mal y ancha es Castilla. (Entre banderitas preconstitucionales, uno se felicita de que ayer se acordara un acuerdo de gobierno). Gracias.
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