Morfeo me desveló la noche y me llevó a pensar que unos están en guerra y otros estamos en peligro. De Morfeo y la noche desvelada estoy que me vomito. Es imposible saludar el día con mi mejor cara si no duermo. Luego está la vecina chismosa que enrabietada por nombrarla ayer ni me saludó barriendo la acera. Quizá se dejó engatusar por quien habitualmente le da la razón y la llama guapa y lo cree y probe. Así nunca entrará en razón. Pero yo quiero abrirle los ojos y que entre en razón:
Por aquel entonces las vecinas eran jóvenes y guapas y ahora son viejas y feas, obstinadas, y no entran en razón. Los años pasan y dejan arrugas en la piel, y para mayor dolor, está ese no querer aceptar la realidad y esperar, como Rajoy, a que las cosas se arreglen solas. Por favor. Las vecinas de ahora no promocionan números circenses, son amenas al trato y aceptan las cosas que no pueden evitar de manera conveniente. Son más inteligentes. (Me cuesta creer que la fantasía que vivo con la vecina chismosa es verdad y sigue pasando. ¿Será otro domingo de psicosis paranoide? Vamos en el mismo barco con el viento a favor y el mar en calma para llegar a puerto y estamos anclados esperando la tormenta de los que fueron). Gracias.
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