De viejo quiero creer que sé lo suficiente para enseñar al que no sabe y dar de comer al que no llega a fin de mes que cada día son más -algunos ni saben que no llegan-, naturalmente sin ánimo de crear competencia desleal: al César lo que es del César. La poesía me hizo libre y ya no me afectan las amenazas de parvulario. En vez de amenazas de parvulario preferiría que me consideraran útil y me permitieran demostrarlo. Nacemos solos y morimos solos, cuanto menos un agradecimiento sentido con el último suspiro. Si una palabra... Gracias. La vida es demasiado corta para perder el tiempo en desdeñar y en apenas amar. ¿Y a qué viene el orgullo de ahora? ¿A qué viene ese orgullo sabiendo que no baja de donde sube, pero cae de donde subió? Ese orgullo viene de donde no se comparte amor porque solo hay injusticias y miserias. No permutes amor ni permitas que nadie me haga daño por delegación (y quiéreme tú) para justificar injusticias y miserias. De cuando en vez lo digo: a veces pagaría por equivocarme. Donde solo hubo injusticias y miserias hay desolación. Si me equivoco, al menos es peligroso tener razón. (Si tienes miedo al rechazo o crees que la poesía miente, no vuelvas, prefiero esperarte). Gracias.
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