A estas alturas de la derrota (a veces uno no sabe lo que gana hasta que lo pierde), en la barra del bar la invité a café (amor que no volviste: en el amor no hay nada que perdonar), quizás el último café. Los dos lo tomamos con prisa, como si ya nos hubiéramos cantado todas las tristezas a la cara y en fin, abrí la cartera y le cinco euros al camarero para que me cobrara y volví a perder: le dio a ella la vuelta de los cinco euros. ¿Y ahora? Ahora como el Sabina: "Ahora que tengo un alma que no tenia. Ahora que está tan sola la soledad. ¿Ahora que los sentidos sienten sin miedo? Con lo fácil que hubiera sido darle con la puerta en las narices a la "im" de todo lo "imposible". ¿O solo era querer y no quiso? Ahora es demasiada la cuesta arriba.
Confiado me adentré en tu laberinto y tu mirada me envolvió, me lio, y ya se oyen doblar las campanas. Algunos no tenemos la suerte de vivir en Madrid donde puedes ir por la calle sin tropezarte con "tu ex". En el resto del mundo puedes encontrarte a ti mismo con otra y ser más feliz, que es la amargura de "tu ex". (Y de ti que no quisiste amarme cuando te amé). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario