"El carácter de una persona lo determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan los que ha eludido". (Arthur Miller). Tal que así lo había advertido uno en de soslayo con la cara de los entierros y una inquietud oculta.
En aras de la justicia, un miércoles de convalidación, quiero sacar a la luz a un lumbreras intelectual de velas apagadas. El oráculo de los desprecios. La infamia que el buen señor acompaña con la misma perniciosa intención. Y dale. (Los decretos ley son ambiguos. Ojalá y que éste sea lo suficiente). La nostalgia mísera que en plan mezquino equivale a que cada perro lama sus heridas será el fracaso de la mejor correspondencia y la victoria de la incitación ideada para el mal en los infiernos de la tiranía. Cada cual es cada quien, y mientras tardemos en construir una relación de justicia social y oportunidades para todas (y todos), más nos acercamos a la discriminación que discrimina con el mayor despotismo controlador. (Confieso que nada hemos avanzado ni aprendido y que volvemos a la caverna con el alma quebrada y el corazón en bandolera). Gracias.
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