Escaso de inspiración y sin ganas de escribir me senté frente a la biblioteca de casa para contemplarla nomás... (Lástima de sabiduría enmohecida: las promesas se cumplen). Pensé que los había leído y acabé tomando conciencia de que a mi salud mental le conviene escribir más que leer. Pero tampoco escribí. Si un día se niega a aprender no es no y no: no hay manera.
Con los años se aprende que el pasado forma parte del presente. Nada ocurre por casualidad. Heredero de mi vida, aún me queda por escribir días mejores. Y si se niegan los concibo, estoy en edad de concebir los mejores días, además son gratis, como el peaje de las carreteras: "a peseta anda la vaca y la peseta falta". Ya no es fácil para mí exteriorizar sentimientos de amor, dicen que hay otros, pero son de odio y no sé. Y ahora una promesa... (Ojalá no tenga que exiliarme para cumplir una promesa). Es domingo de ir a misa y podía suplicar a Dios que me permita, antes de morir y por un día, ser Ángel González. Sería genial ser poeta. Sería un milagro. Sería como preguntarse si sirve para algo negar la realidad y aquí lo dejo. Gracias.
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