sábado, 7 de diciembre de 2019

Y paz a los difuntos.

Escribir el día que me gusta vivir establece el recurso necesario que me permite conocer mejor lo que se agita en mi mente absurda y así poder controlarla. Bah, yo no controlo mi mente absurda y daría lo que no tengo por ser la palabra y no el día. 

Lo de arriba me recuerda al viejo que quiere tener la edad tonta de la mili y volver hacerla sabiendo lo que ahora sabe. Los viejos sabemos lo que no está escrito. Hoy mi nivel de tolerancia descubre estupefaciente que el amor y la santa poesía se han ido. El amor y la santa poesía que suscita la tolerancia y desarrolla los valores humanos. Los sentimientos son ajenos al corazón y las emociones desgarradoras. No aceptar la realidad de los hechos es tanto como cerrar los ojos, tirarse al monte y prenderle fuego (cuando el monte se quema algo de todos se quema) y creer que una es Juana de Arco. Lo mejor de una está por demostrar y se acabó el tiempo. Vaya. Lo mejor de una está en el cielo donde Dios tiene la última palabra. Y amén. 

Perdón, me veo en la obligación de retirar el amén. Me quedó algo en el tintero: Cuando tristemente la humildad se disfraza de arrogancia, Dios, y lo sé por la María que siempre me acompaña, decide pasar factura, o sea, de nada vale el poder ni lo alto a lo que se ha llegado en la vida: "A cada cerdo le llega su San Martín". Ahora sí: Y amén. Y paz a los difuntos. Gracias.

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