lunes, 23 de diciembre de 2019

Custodia compartida.

Hoy amaneció un día triste de morir y no sé por dónde empezar. Intentaré explicarme: Ayer se jugó la Lotería de Navidad y no me tocó ni la pedrea (no me tocó porque no juego y no soy político y solo a los políticos toca aunque no jueguen) y mis hijas, Patricia y Kristel, con la complicidad de Carmen, mi esposa, ay, me dijeron con la cara más seria de los entierros que hasta aquí he llegado. Hasta aquí he llegado quiere decir custodia compartida, orfanato o manicomio. La elección será mía. 

Duele saber que a mis seres queridos solo les intereso si el azahar me sonríe: ni bendito amor ni santa poesía. Tanto tienes tanto vales. Después de mucho lamentarme, de apelar a los sentimientos más puros del corazón... Cría cuervos. Me voy, iré del pueblo de Patricia al de Kristel si me quiere, el asunto no está claro. O al orfanato. Al manicomio si no me llevan no voy. 

Me iré del pueblo de Patricia sin haber cumplido una promesa de amor. Ojalá y Valencia tenga internet y wifi y pueda seguir escribiendo el día que me gusta en de soslayo y una promesa de amor con nombre de mujer un día... De sus ojos la mirada más triste ya no engaña a la plebe... En fin, cuando primero mejor: nadie se sorprenderá si me ve correr como un loco para irme, como sea que corra un loco... (Creo que nadie si me ve correr se sorprenderá al verme y no tanto por correr). Gracias.

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