lunes, 30 de diciembre de 2019

La vida enseña. Y un libro más.

Ayer, cenando en el bar, una amiga de mi esposa me dijo lo que ya sabía: "En este pueblo eso no pasa". Y, como Rajoy, le contesté con otra pregunta: ¿Pasó, pasa o pasará? Es más digno morir de pie que vivir de rodillas... Lo sé yo y lo sabe ella pero lo calla. En el pueblo de Patricia todos lo callan y estoy convencido que es porque no dan crédito a lo que ven sus ojos.

Me viene a la memoria el día que escribí a un poeta de reconocido talento para preguntarle por qué había dejado de escribir poesía para escribir politiquerías, y con palabras de triste poeta me respondió: "Como está el país no puedo escribir poesía: avivo las discordias y defiendo derechos e intento higienizar la política. Si alguien me lee, pronto volveré a escribir poesía". 

La vida es un libro abierto a la espera de un lector que lo lea y lo interprete. La vida es un libro capaz de cambiarnos la vida para mejor si prestamos atención a lo que leemos. La vida para saber que no se debe ir desorientado sin un libro entre las manos. Me lo decía el cura de mi pueblo: "Ahora que no haces nada ven a misa". El cura de mi pueblo, como la amiga de mi esposa, creen que leer un libro es lo más inútil que nadie puede hacer. Tal vez porque nadie es nadie. Un libro nos enseña a conocernos mejor y saber lo que está bien y mal. Por cierto, hoy leí que las concertinas que matan a inmigrantes se fabrican en Málaga. También leí que cuando un inmigrante muere pinchado en una concertina no solo muere, además pierde. Pierde su identidad. Porque nadie sabe quién murió. Joder, dona, yo no quiero morir sin saber si mi vida seguirá o no siendo mejor después de la muerte. No quiero una vida sana para morir ni una muerte enferma para vivir. Ni quiero que mi existencia sea declarada muerta sin saber lo suficiente. (A la amiga de mi esposa la acompañaría con gusto a la Casa de la Cultura y en la penumbra de la biblioteca le elegiría un libro para que lo leyera y luego lo pasara a su colindancia y eureka: en el pueblo de Patricia eso pasó, pasa y pasará hasta que alguien con dos dedos de frente le ponga freno al carro y a la carreta). Gracias.

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