Si de vivir alejado de ti se trataba, ya lo estoy y no volveré a llamar a tu puerta. Felicidades. Ahora me gustaría saber quién se ha llevado el mérito por tanto desprecio. (Pero qué poco tú has sufrido). Te has dejado llevar y te aseguro que es lo peor que podía hacer por ti. Y a pesar de saber que no emergerá la grandeza de sus virtudes porque el odio las ha engullido, no podrá impedir que vuelvas a mí. Pero eso ya lo sabes. Lo que no sabes es lo difícil y lento y doloroso que es el proceso de olvidar... ni te lo imaginas, porque además, no cabe la muerte en la vida de un hombre hasta que su ataúd baje y la cuerda suba. Con memoria o sin ella, me recordarás más allá del infinito. Ojalá y una lluvia de recuerdos caiga sobre ti cuando hoy leas el día en de soslayo... (En Les Seniaes, el sauce que lleva tu nombre, aún no han llorado todas tus lágrimas). Gracias.
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