De ella me gusta sus palabras de asombro
(nunca se entera de lo que sucede)
cuando las cosas se ponen tercas de entendederas.
También la voluntad de estar cuando se la necesita, sin reservas,
eso es mucho para mí, aunque nunca se lo dije.
De conocerla, me gustarían sus cosas más desgastadas
(usadas solo por ella)
con la fragancia Flor de María.
La hamaca donde dormita cada tarde con un libro entre las manos
después de sus caminatas de andar por casa.
Y su fatiga inexcusable por atender a los suyos.
Y su habitación sometida al llanto.
Y su mirada cuando la vence la noche.
Y sus ojos de color negro azabache.
Y su pasión por el silencio.
Y su poncho deshilachado.
Y más.
En de soslayo. Miércoles, 18 de diciembre de un cumpleaños feliz.
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