Para respirar aire puro, para ver amanecer otro día, para hacer un paréntesis entre tantos asuntos inaplazables... Amor, en la distancia, solamente puedo maldecir a quienes homenajean tus delirios de grandeza y te hacen sentir la reina del baile.
Traspasé la distancia y prometí acompañarte en la cotidianidad de todos tus días... ¿Recuerdas? Dijiste sí y te creí. Lástima que la verdad fuera otra de tus mentiras. Desnuda el alma y recuerda quien guio tus pasos y veló tus sueños. Amor, por más que todo se haya complicado, las culpas de otro son y la luna en la noche desvelada no impide que amanezca el día. Tú no eres él, él no eres tú. Sus discursos de odios dirigen tus pasos al despeñadero. Si al menos hubieras permitido en la terraza de un bar que la palabra entrará por la ventana de sus odios alevosos. Él, su peor enemigo, y el tuyo. Pero no has querido o te dejaste llevar... ¿Y ahora? Desde los años altos percibo que un día de estos alguien tomará la decisión de demostrar que todo lo tuyo es lo que parece. Y qué lástima. Pero eso ya lo sabes. (No me sorprenderá que un día no amanezca). Gracias.
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