lunes, 9 de julio de 2018

Mi dios tu poesía. Flor de María.

No sé cómo ocurrió, si yo inconsciente tuve algo que ver o tú al escribirme me obligaste a hacer las paces con Morfeo y me regaló horas de sueño. Para mí que soy un soñador tenaz dormir es soñar y si Morfeo me regala horas de sueño no puedo sino soñar, soñar contigo. Y pernoctar a tu lado. Hace tiempo que no sé de ti: gracias por escribirme, sincerarte y hablarme de tu dios. A veces digo que mientras nos soñemos existiremos. Anoche te soñé y estabas más bella que nunca. Te puedo asegurar qué una mujer, una musa, una dama que es más, irascible a veces y tentadora siempre, no puede estar enferma porque sí. O cuanto menos no puede ser la enfermedad. No faltes a la verdad: apenas eres síntoma de resfriado. Te soñé y sin darte cuenta pernocté a tu lado, así que no me vengas con esas. Recuerda. Guardaré el sueño de anoche en mi relicario de los sueños más hermosos. Anoche me obligaste o yo inconsciente o no sé: hice las paces con Morfeo y me regaló horas de sueño y te soñé, otro día hablaré con quien tengo que hablar y juntos veremos amanecer desde el acantilado. Te avisaré a tiempo para que calces los tenis correcaminos y te pongas el poncho deshilachado. Gracias por nombrarme amigo. Beso.

2 comentarios:

  1. Anoche soñé que volvía al verso, sentí una rima cálida en mi pecho mientras dormía, supongo. No estoy segura ya, a veces bajo la luz del día vivo una noche demasiado prolongada.
    Y desperté y no había verso aún. Revisé bajo la almohada buscando una palabra que se uniera a esa voz de mi alma pretendiendo un sonido de amor, de tristeza, de algo y sin embargo presumió una plegaria abrazada al rosario que vigila mi dormir.
    Me conformo con haber podido encontrarte aquí, unos minutos fugaces, minutos al fin.
    Seguramente me nombraste un día.

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  2. Te nombré un día al véspero con un café negro en las manos... Me alegra saber de ti. Te quiero. Beso.

    Salud.

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