jueves, 12 de julio de 2018

Este mundo.

Desde que pasé la ITV al coche -lamento ser tan y tan-, mi ánimo alicaído no se tiene en pie. A un viejo además de abuelo no se le maltrata de palabra porque sus constantes vitales ya no son las que eran. No cuesta ser agradable al trato. Vivo en un mundo que no me pertenece, lo digo a veces y lo repito cuando viene el asunto al caso. Y el caso es que este mundo no me pertenece porque es invisible a las personas que, escasas de casi todo lo que tenían, o porque los años no perdonan se vuelven invisibles. Por contra, si este mundo fuera más humano con los que sufren, con los que pierden, con todas y todos sin doña, sin don y sin din: "Más valen en cualquier tierra (mirad si es harto sagaz) sus escudos en la paz que rodelas en la guerra. Y pues al pobre le entierra y hace proprio al forastero, poderoso Caballero es don Dinero" (Francisco de Quevedo) volvería a ser mi mundo. La raíz del caso viene con los extremos que cada vez son más extremos: ni las vidas paralelas se juntan en Les Seniaes. El caso es ese, y esa la tragedia. La mayoría somos ciudadanos de categorías inferiores, como en el fútbol, a final de mes llegan los que juegan en primera, los demás seguimos viviendo por los pelos sin ser peluqueros. Este mundo, de no ser porque la María siempre me acompaña... "... y nunca me cobró... la Magdalena", como al Sabina. Gracias.

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