sábado, 21 de julio de 2018

Alicia.

"Si conocieras el tiempo tan bien como lo conozco yo 
-dijo el sombrerero-, 
no hablarías de derrocharlo como una cosa. 
El tiempo es una persona". 

De Alicia en el País de las Maravillas. (Lewis Carroll).

Nadie sabe ni pregunta, siquiera imagina, pero se comenta por los lavaderos de flaquezas que dejó el amor colindante para dedicarse a la política en un país reducido a la exacta medida de los gestos y promesas que le iban saliendo al paso con su carruaje de calabaza. Comenzó aturdida por los éxitos y los aplausos hasta que un día se volvió rutina. Galana del véspero, logró méritos en asambleas de negociado donde las izquierdas aún no han resuelto su elemental razón de ser. Los valores de sus antepasados los exhibió como propios por la calle de la riqueza donde distrajo su memoria trashumante con amores que le juraron fidelidad para siempre hasta que otro amor y otras fidelidades la dejaron esparcida en sus angustias. Compró amores y vendió favores. Complació a quien la hechizó en su propio beneficio hasta que el despotismo ilustrado se adueñó de su fantasmagoría. Vivió en el eco de su voz y murió convencida de que resucitaría en el País de las Maravillas. Gracias.

1 comentario: