Recuerdo el pasado político y hasta lo añoro (ni lo recuerdo ni lo añoro). Como ahora: derechas, izquierdas y asociaciones de vecinos. Votábamos en función de lo que representaban y el futuro que nos prometían. ¿Y ahora? Ahora igual. Nuestros "líderes" (imprescindibles las comillas) no se identifican ni representan nada. De ahí que nuestra democracia sea un simple juego de oportunidades para los nuestros y ganancias personales. Despojándolos de todo y cediéndoles el cielo y el verbo que cruza el umbral de los deseos esperando ser amados por una dama en su propia poesía. Joder, dona, entró noviembre con la comunión de los santos y el recuerdo a nuestros predecesores nos invita a dirigir la mirada a los peregrinos de la vida que perdieron el rumbo. Los politicastros creyentes perdieron en la soledad de los cementerios sus propios vínculos a través de la liturgia del espectro dolorido. Una plegaria se oye con los abecedarios del silencio. Hoy más que nunca, todos estamos deseosos de una invocación a la concordia para quien aún no ha vivido. Quizás estemos cansados, necesitamos esperanza con fuertes deseos de unirnos a un mundo sin frentes ni fronteras. No hay mejor sanación para la mente que la inmersión en uno mismo. (Respetemos, entonces, a los demás tal cual se les ve en su estado natural, como a nosotros mismos). Gracias.
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